Loading...

CREER SIN HABER VISTO – QUERER CREER

FIESTA DE SANTO TOMÁS APÓSTOL

Para la oración personal del sacerdote en base al Evangelio del día. Miércoles 3 de julio de 2019

ESPADA DE DOS FILOS. P. Gustavo Elizondo Alanís

«Tu Señor dio la vida por ti, sacerdote, y después resucitó, destruyendo la muerte para darte vida, conservando las llagas de sus pies, de sus manos y de su costado, para que creas en Él, porque todo el que crea en Él tendrá vida eterna».

«La palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que una espada de dos filos» (Heb 4, 12).

+++

EVANGELIO DE LA FIESTA DE SANTO TOMÁS, APÓSTOL

¡Señor mío y Dios mío!

Del santo Evangelio según san Juan: 20, 24-29

Tomás, uno de los Doce, a quien llamaban el Gemelo, no estaba con ellos cuando vino Jesús, y los otros discípulos le decían: “Hemos visto al Señor”. Pero él les contestó: “Si no veo en sus manos la señal de los clavos y si no meto mi dedo en los agujeros de los clavos y no meto mi mano en su costado, no creeré”. Ocho días después, estaban reunidos los discípulos a puerta cerrada y Tomás estaba con ellos. Jesús se presentó de nuevo en medio de ellos y les dijo: “La paz esté con ustedes” Luego le dijo a Tomás: ‘Aquí están mis manos; acerca tu dedo. Trae acá tu mano; métela en mi costado y no sigas dudando, sino cree”. Tomás le respondió: “¡Señor mío y Dios mío!”. Jesús añadió: “Tú crees porque me has visto; dichosos los que creen sin haber visto”.

Palabra del Señor.

+++

“En la presencia de Dios, en una lectura reposada del texto, es bueno preguntar, por ejemplo: «Señor, ¿qué me dice a mí este texto? ¿Qué quieres cambiar de mi vida con este mensaje? … (Francisco, Evangelii Gaudium, n.153).

+++

REFLEXIÓN PARA EL SACERDOTE

Señor Jesús: yo entiendo bien a Tomás. Lo que había sucedido los días anteriores era demasiado fuerte y, no sólo por su sufrimiento interior, sino también quizá por su carácter, no le resultaba fácil creer a los demás discípulos, por más que le aseguraran que te habían visto y tocado.

Le aseguraron que vieron tus llagas, con las que mostraste que era el mismo cuerpo que estuvo en la cruz. Pero no quería creerlo. Tenía que comprobarlo personalmente.

Fueron ocho días los que tuvo que esperar para verte. Habrán sido días muy largos para él, pero necesarios para fortalecer su fe. Los discípulos seguían tratando de convencerlo, pero él insistía en verte y tocar tus llagas.

Me imagino las lágrimas de Tomás. Muchas lágrimas. Y mucha oración, pidiendo a Dios que lo librara de su angustia. Él pidiendo, y tú esperando que se fortaleciera su fe.

Y llegó el día, y él tocó al hombre y confesó a Dios: recuperó la fe.

Señor, tú sigues también esperando que quiera creer, porque la fe tú me la has dado. Me pides que no me distraiga con las dificultades que se pueden presentar en mi camino, con las tribulaciones que me hacen dudar. Me mandas no dudar, sino creer.

Tú siempre esperas, y me recuerdas que son dichosos los que creen sin haber visto. Y luego sucede que cuando uno cree, entonces “ve”, y surge en el alma el deseo de dar testimonio de tu verdad, con la vida y con la palabra, con la fe puesta en obra.

Jesús: ayúdame a tener una fe fuerte, y ponerla en práctica con mis obras.

+++

«Apóstoles míos: dichosos los que creen sin haber visto.

¿Quién dicen ustedes que soy yo? Yo soy su padre, y su madre, y su hermano, y su hermana. Y mi padre y mi madre y mi hermano y mi hermana son los que oyen mi palabra y creen, y la cumplen.

Y ¿quién de ustedes ha dudado del vientre del que ha nacido? ¿Acaso han pedido pruebas para creer en el padre y la madre que han dado la vida por ustedes? Ustedes creen porque han visto. Dichosos los que creen sin haber visto, porque entonces verán, se abrirán sus ojos para ver y sus oídos para oír.

Porque otros me verán y me escucharán en mi presencia, y yo les diré que metan sus dedos en mis llagas y su mano en mi costado, y será la culpa y la vergüenza un rechinar de dientes. Y ya no me verán, porque no han creído. Y yo los negaré, como me han negado. Y sufrirán la culpa como Pedro y la vergüenza como Tomás.

Pero dichoso el que cree sin haber visto, porque por su fe será salvado.

Les diré quién soy yo: yo soy el Camino, la Verdad y la Vida. Caminen conmigo y conocerán la verdad que los llevará a la vida eterna.

Pero ¿cómo pueden decir que me aman si no creen en mí?

¿Cómo pueden decir que creen en mí si no me conocen?

¿Cómo pueden conocerme si no quieren?

Quieran, conozcan, crean, amen. Que cuando amen entonces me verán. Yo soy el Amor.

Ustedes apóstoles míos, que ya me han conocido, han creído, me han amado, han caminado en la verdad, ¿por qué se alejan?

¿Por qué se van?

¿Por qué prefieren vivir en la mentira?

¿Quieren ver mi corazón sufriente y lastimado? Vean su soledad, su tristeza, su amargura, su traición y su pecado, y ahí lo verán».

+++

Madre mía, Maestra de fe: necesito la fe para creer y entregar mi vida plenamente. Pero, sobre todo, necesito el amor, porque eso es lo que mueve a dar la vida.

Quiero aprender de ti, enséñame.

+++

«Hijos míos, sacerdotes: muchos son los llamados, pero pocos los elegidos, porque son pocos los que escuchan, y son pocos los que creen. Y, entre esos, son pocos los dispuestos a entregarse, a comprometerse, a dar la vida. Yo les pido que volteen a verme.

Entonces yo los tomaré de la mano y los conduciré, les prestaré mis ojos para que vean y mis oídos para que oigan, los uniré a mi corazón para que aprendan a amar, y los entregaré a mi Hijo, y eso me aliviará, porque tanto me duele el Hijo que renuncia y despide al que no lo ha amado y lo ha negado, como el hijo que se pierde por no haber creído, por no haber amado.

Hijos míos: ver con mis ojos es verlo todo, abarcarlo todo, descubrir lo inimaginable, sondearlo todo, hasta las profundidades de Dios, porque lo que mis ojos ven, todo me fue revelado por medio del Espíritu Santo.

Ver con mis ojos es ver la gloria de Dios a través del corazón de una Madre.

Ver con mis ojos es descubrir la mirada de Cristo en cada sacerdote, buscando, encontrando, acogiendo, salvando a cada rebaño.

Ver con mis ojos es ver a través de la mirada misericordiosa del Padre que atrae a los hijos para reunirlos con la Madre y llevarlos de vuelta a casa.

Ver con mis ojos es contemplar al mismo tiempo desde el cielo la tierra y desde la tierra el cielo.

Ver con mis ojos es ver la eternidad de Dios en el tiempo limitado de los hombres.

Ver con mis ojos es ver el deseo de Dios de conquistar a los hombres, y la indiferencia de los hombres ante el deseo de Dios.

Ver con mis ojos es desnudar el alma de cada hombre y descubrir las intenciones de los corazones.

Ver con mis ojos es ver con fe, con esperanza y con caridad.

Ver con mis ojos es ver un pesebre y ver una cuna.

Ver con mis ojos es ver la cruz y ver una puerta abierta.

Ver con mis ojos es ver la alegría del cielo en cada confesionario y la gloria de Dios en cada Eucaristía.

Ver con mis ojos es ver en cada creyente un miembro del cuerpo de Cristo y en cada incrédulo un miembro que falta para completar su cuerpo.

Ver con mis ojos es ver a mis hijos unidos en un solo cuerpo y un mismo Espíritu, en un solo rebaño y un solo Pastor, en una sola Iglesia y un solo pueblo Santo de Dios.

Oren, hijos míos, para que aumente su fe. Yo quiero que vean y crean. Que conozcan y amen a mi Hijo.

Entonces será la alegría en mi corazón unido al suyo».

+++

PARA EXAMINAR LA CONCIENCIA – QUERER CREER

«No sigas dudando, sino cree».

Eso dice Jesús.

te lo dice a tisacerdote, su discípulo, su apóstol, su siervo, su hermano, su amigo.

Tu Señor, siendo de condición divina, asumió la condición humana para hacerse hombre como tú, sacerdote, y fue engendrado de forma sobrenatural, y nació de vientre virgen, inmaculado, de forma sobrenatural, pero habitó entre los hombres de manera natural, viviendo una vida ordinaria en medio del mundo, pero manteniendo en todo momento la visión sobrenatural, con la que superó todas las pruebas con que fue probado, en todo igual que tú, menos en el pecado, con la que soportó las persecuciones, las calumnias, las injurias, la traición y su pasión, entregando su vida Él mismo en la crucifixiónllevando a su paraíso al ladrón arrepentido, tan sólo porque él creyó. Y pidiendo perdón por los pecados de los hombres, que no saben lo que hacen, entregó su espíritu en las manos de su Padre, y expiró.

Tu Señor dio la vida por ti, sacerdote, y después resucitó, destruyendo la muerte para darte vida, conservando las llagas de sus pies, de sus manos y de su costado, para que creas en Él, porque todo el que crea en Él tendrá vida eterna.

Tu Señor subió al cielo para sentarse a la derecha de su Padre, y para enviarte al Espíritu Santo que te recuerde todas las cosas, para que creas en Él, para que quieras creer, y también te dio el poder de bajar el pan vivo del cielo, para quedarse contigo, para que te alimentes de Él, para que lo eleves en el altar con tal devoción y adoraciónconvencido de que Él es el Hijo de Dios, en cuerpo, en sangre, en alma, en divinidad, en presencia vivareal, y substancial, que por tu fe otros crean.

Dichosos los que creen sin haber visto.

Y tú, sacerdote, ¿crees?

¿Contemplas al mismo Dios, por quien todo ha sido creado, entre tus manos?, ¿o metes tu dedo en sus llagas y tu mano en su costado, abriendo sus heridas con tu incredulidad, cada vez que celebras la Santa Misa, porque te falta fe?

¿Crees que hay un solo Dios? Pues haces bien, porque hasta los demonios creen y tiemblan.

Acércate, sacerdote, a la amistad de tu Señor. Recurre a la oración, y con el corazón contrito y humillado pide perdón. No pidas señales, sólo pídele que aumente tu fe, que te dé visión sobrenatural, para que no seas incrédulo, sino creyente.

Tu Señor vive en ti, sacerdote, Él es la vida. Anuncia la Buena Nueva al mundo. Es Él quien te envía, y te da su paz para que la lleves a los demás.

te da su palabra para que la cumplas, para que la enseñes, para que el mundo crea.

te da su gracia, y te da su poder, y te da su alegría, para que lleves tu cruz de cada día.

te llama para que vayas a Él, y descanses en Él, porque su yugo es suave y su carga ligera.

Tu Señor es tu Dios, tu amo, tu maestro, tu hermano, pero te ha llamado amigo, porque tú has creído, y todo lo que su Padre le ha dicho te lo ha dado a conocer, para que muestres al mundo, con tus obras, tu fe.

Escucha la palabra de tu Señor, sacerdote, que es como espada de dos filos, y penetra hasta lo más profundo de tu corazón. No hay criatura invisible para ella, todo está desnudo y patente a los ojos de Aquel a quien has de dar cuenta. La palabra de Dios está viva, no sigas dudando, sacerdote, sino cree.

____________________

Para recibir estas meditaciones directamente en su correo, pedir suscripción a

espada.de.dos.filos12@gmail.com

facebook.com/espada.de.dos.filos12

About the Author: P. Gustavo Elizondo

Fundador de "La Compañía de María, Madre de los Sacerdotes" More posts by P. Gustavo Elizondo

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *