«El vino nuevo se echa en odres nuevos»
Para la oración personal del sacerdote en base al Evangelio del día. Sábado 6 de julio de 2019
ESPADA DE DOS FILOS. P. Gustavo Elizondo Alanís
«Renueva tu alma, sacerdote, y que sea el vino nuevo guardado en ti, sacerdote renovado».
«La palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que una espada de dos filos» (Heb 4, 12).
+++
EVANGELIO DEL SÁBADO DE LA SEMANA XIII DEL TIEMPO ORDINARIO
¿Cómo pueden llevar luto los amigos del esposo, mientras él está con ellos?
+ Del santo Evangelio según san Mateo: 9, 14-17
En aquel tiempo, los discípulos de Juan fueron ayer a Jesús y le preguntaron: “¿Por qué tus discípulos no ayunan, mientras nosotros y los fariseos sí ayunamos?”. Jesús les respondió: “¿Cómo pueden llevar luto los amigos del esposo, mientras él está con ellos? Pero ya vendrán días en que les quitarán al esposo, y entonces sí ayunarán.
Nadie remienda un vestido viejo con un parche de tela nueva, porque el remiendo nuevo encoge, rompe la tela vieja y así se hace luego más grande la rotura. Nadie echa el vino nuevo en odres viejos, porque los odres se rasgan, se tira el vino y se echan a perderlos odres. El vino nuevo se echa en odres nuevos y así las dos cosas se conservan”.
Palabra del Señor.
+++
“En la presencia de Dios, en una lectura reposada del texto, es bueno preguntar, por ejemplo: «Señor, ¿qué me dice a mí este texto? ¿Qué quieres cambiar de mi vida con este mensaje? … (Francisco, Evangelii Gaudium, n.153).
+++
REFLEXIÓN PARA EL SACERDOTE
Señor Jesús: a partir de tu venida a la tierra hablamos del “Nuevo Testamento”, de la “Nueva Alianza”. Lo normal es que a todos nos gusten las cosas nuevas, nos gusta estrenar.
Y se habla mucho de “renovarse”, para dejar lo que ya no resulta provechoso, lo que ya se echó a perder, lo que ya no funciona bien.
Y tú venías a traernos el “Mandamiento nuevo”, el mandamiento del amor. Y en eso nos tienen que reconocer a tus discípulos.
Señor, todos debemos despojarnos del “hombre viejo” para transformarnos en “hombres nuevos”, hacernos como niños.
Yo, sacerdote, siento la necesidad de renovarme cada día, para ser odre nuevo de tu gracia, y así poder llevar a todos el vino nuevo de tu salvación.
¿Cómo puedo abrirme más a tu gracia?
+++
«Sacerdotes míos: yo hago nuevas todas las cosas.
Mi bondad y mi misericordia los acompañan, el velo de sus ojos ha sido quitado, y yo estoy con ustedes todos los días de su vida.
Misericordia quiero y no sacrificios, para que ustedes sean como niños, porque de los niños es el Reino de los Cielos.
Despójense del hombre viejo, que se ha corrompido con las concupiscencias de la carne y de los malos pensamientos, y revístanse del hombre nuevo, en la verdad.
Porque el hombre viejo ha sido crucificado conmigo, y destruido el pecado, para ser renovados y alcanzar la perfección en mi cuerpo resucitado.
Despójense de las tinieblas y revístanse de la luz.
Yo hago nuevas todas las cosas en la Cruz, en donde me entrego totalmente. Entrego mi cuerpo y entrego mi espíritu, para la salvación de los hombres, derramando la misericordia desde mi Sagrado Corazón, para que, a través de los sacramentos, encuentren el camino de la verdad para la vida eterna. Yo soy el camino, la verdad y la vida.
Los sacramentos los revisten de hombres nuevos, con la gracia del Espíritu Santo, y los transforman en odres nuevos, para recibir el vino nuevo en el que yo me entrego, en Eucaristía, que es el templo que el hombre viejo ha destruido y yo he reconstruido, y está resucitado y vivo, porque si los odres están viejos se rompen y el vino nuevo se derrama, y no se aprovecha.
Permanezcan al pie de mi Cruz, acompañando a mi Madre, porque a través de su corazón yo renuevo constantemente todas las cosas.
Sacerdotes míos: mi Madre me enseñó a ver y a atender las necesidades de mis amigos, a amarlos hasta dar la vida por ellos, también en las cosas más pequeñas. Porque nadie tiene un amor más grande que el que da la vida por sus amigos. Y siempre me ayudaron sus consejos.
Un día en una fiesta me hizo ver que ya no había vino. La fiesta era una boda, y el novio de la boda era mi amigo. Y me conmovió su interés y su compasión, pero sobre todo su amor por mis amigos. Y yo hice lo que ella me pidió, aunque aún no había llegado mi hora. Y ese era un momento de gran alegría.
Y acompañándome en la Cruz, de la que pendía casi sin vida, ella, en medio del sufrimiento, volvió a pensar en mis amigos, y en ayudarme a entregar mi vida totalmente, hasta el extremo, para dar cumplimiento a mi misión.
Me consoló cuando mis amigos me habían abandonado, y me recordó que mi misión no era sólo abrir la puerta redentora para la salvación, sino conducirlos en el camino para entrar por esa puerta, porque el Espíritu Santo estaba con ella.
Y pidiendo misericordia para ellos dijo: “Hijo, mira, no todos se han ido. No te olvides de tus amigos”. Y haciéndola partícipe todo el tiempo de mi obra redentora, y adelantando la hora de mi misericordia, le entregué el hijo a la Madre y la Madre al hijo. Y le entregué a todos los hombres como hijos, en el hijo que se queda, para que, a través de su corazón, encuentren el camino seguro de la salvación. Y ella dijo sí, amando hasta el extremo, como yo.
Y fueron engendrados en espíritu en ese corazón, por el Espíritu, para que volvieran a nacer, para ser como niños, transformando al hombre viejo en hombre nuevo.
Eso es la consagración a su Inmaculado Corazón. Ustedes digan sí, como dijo ella, y acéptenla como madre; y al pie de mi Cruz entréguense a la Madre como hijos, para que su corazón, unido al mío, los disponga con docilidad a abrirse a la gracia, para recibir mi misericordia, para convertir sus corazones y transformarlos en odres nuevos, para que reciban el vino nuevo de mi resurrección».
+++
Madre mía: tú quieres la renovación de mi alma sacerdotal. Te pido que intercedas por mí ante tu Hijo, como lo hiciste en las bodas de Caná, para que mi alma se llene hasta los bordes, con la gracia del Espíritu Santo, para servir bien a la Iglesia.
+++
«Hijos míos, sacerdotes: es tiempo de que escuchen y llenen las tinajas de agua para que reciban al mejor de los vinos y lo compartan.
Es tiempo de renovación espiritual, para desechar los odres viejos y conseguir odres nuevos, para que se conserve el vino nuevo y los odres.
Es tiempo de que hagan todo lo que Él les diga, porque ustedes, mis hijos sacerdotes, ya no tienen vino.
Es tiempo de darles de comer y darles de beber con alegría, porque el esposo está con ustedes.
Es tiempo de la disposición del corazón, de aprender a recibir, para que se abran a la gracia y a la misericordia.
Es tiempo de la alegría de volver al amor primero.
Es tiempo de hacerse niños para recordar y acudir al primer llamado.
Es tiempo de renovar las promesas del día de su ordenación.
Es tiempo de acogerlos como niños, y darles de comer y darles de beber.
Es tiempo de que reciban de su Madre la misericordia.
Es tiempo de unidad entre sacerdotes.
Reciban al Espíritu Santo, porque es tiempo de llenarse de Él para que les recuerde todas las cosas.
Es tiempo de llenar las tinajas de agua, que es la disposición a la oración, para abrirse a la gracia y a la misericordia a través de su sí, como el sí de María, para despojarse del hombre viejo y vestirse de hombre nuevo, como odres para recibir y contener al mejor de los vinos que es Cristo».
+++
PARA EXAMINAR LA CONCIENCIA – SACERDOTE RENOVADO
«Nadie echa vino nuevo en odres viejos. A vino nuevo, odres nuevos».
Eso dice Jesús.
Renovación, sacerdote, renovación.
Porque la Palabra de Dios está viva, y es vino nuevo cada vez.
Y es el mejor de los vinos.
Eres tú, sacerdote, el odre en donde se guarda y se contiene el mejor de los vinos, vino nuevo que renueva, que da vida.
Pero, sacerdote, si tú no te renuevas, si permaneces como odre viejo, el odre se rompe y el vino de pierde, porque el que no está con Cristo, está contra Cristo, y el que no recoge, desparrama.
Asegúrate, sacerdote, de ser un odre nuevo cada vez que recibas vino nuevo, para que en ti se contenga la Palabra viva y verdadera, que es el mejor de los vinos, para llevar la alegría de la Buena Nueva a todos los hombres invitados a las bodas del Cordero.
Sacerdote, eres tú odre nuevo renovado por tu Señor, a través de cada sacrificio en el que te haces ofrenda y te unes al único y eterno sacrificio de Cristo.
Eres tú odre nuevo cuando te acercas al sacramento de la reconciliación.
Sacerdote, permanece en gracia de Dios, para que tu alma permanezca siempre nueva y contengas el vino nuevo que te entrega, por su misericordia, tu Señor.
Eres tú, sacerdote, quien debe ser renovado constantemente.
Todos los días necesitas conversión, porque todos los días está al acecho la tentación, y tú carne es débil y tú cuerpo es frágil, y tu corazón envejece cuando traicionas la amistad de aquel que no te merece pecador, sino que te merece justo, puro, fiel, obediente, casto, alegre, entregado a la voluntad de Dios. Y, sin embargo, te acepta cuando vienes arrepentido y le pides perdón. Entonces te renueva, y te llena de Él, para que contengas en tu alma y en tu corazón su cuerpo y su sangre que renueva tu interior y te hace digno de merecer la amistad de tu Señor.
Misericordia quiere y no sacrificios.
Porque Él está contigo todos los días de tu vida.
Conviértete, sacerdote, en misericordia divina, por Él, con Él y en Él, porque ese es el mejor de los vinos.
Vino nuevo que renueva y que da vida.
El Señor está contigo, sacerdote, todos los días de tu vida.
Él es el Cordero de Dios que quita los pecados del mundo.
Dichosos los invitados al banquete del Señor.
Eres tú, sacerdote, el signo de renovación para los hombres, para que ellos también puedan contener el vino nuevo que tú les das.
Renuévalos a través de los sacramentos y del ejemplo de tu alma sacerdotal.
Renuévalos para que sean dignos de ser invitados al banquete del Señor.
Eres tú, sacerdote, responsable de esta renovación.
Y eres tú, sacerdote, responsable de entregarles el vino nuevo que llene los odres nuevos de los hombres que han sido renovados para recibir dignamente a su Señor, y contenerlo en su interior.
Entrégalo, sacerdote, en la Eucaristía, para que cada sacrificio sea una renovación del único sacrificio de Cristo que renueva, que santifica, que salva, que hace nuevas todas lascosas, haciendo nuevos los odres y el vino, para que llegue su misericordia a todos los hombres del mundo.
Renueva tu alma, sacerdote, y que sea el vino nuevo guardado en ti, sacerdote renovado.
____________________
Para recibir estas meditaciones directamente en su correo, pedir suscripción a
espada.de.dos.filos12@gmail.com
facebook.com/espada.de.dos.filos12