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PROTECCIÓN PARA SERVIR – ORAR Y TRABAJAR

FIESTA DE SAN BENITO, ABAD

Para la oración personal del sacerdote en base al Evangelio del día. Jueves 11 de julio de 2019

ESPADA DE DOS FILOS. P. Gustavo Elizondo Alanís

«Tu Señor te envía, sacerdote, a proclamar su palabra, a llevar la Buena Nueva a todos los rincones de la tierra, y a expulsar demonios, para que el mundo entero alabe a Dios»

«La palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que una espada de dos filos» (Heb 4, 12).

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EVANGELIO DE LA FIESTA DE SAN BENITO ABAD

Ustedes, los que me han seguido, se sentarán también en doce tronos

Del santo Evangelio según san Mateo: 19, 27-29

En aquel tiempo, dijo Pedro a Jesús: -“Señor, nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido, ¿qué nos va a tocar?” Jesús les dijo: -“Yo les aseguro que, en la vida nueva, cuando el Hijo del hombre se siente en su trono de gloria, ustedes, los que me han seguido, se sentarán también en doce tronos, para juzgar a las doce tribus de Israel.

Y todo aquel que por mí haya dejado casa, o hermanos o hermanas, o padre o madre, o esposa o hijos, o propiedades, recibirá cien veces más y heredará la vida eterna.

Palabra del Señor.

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“En la presencia de Dios, en una lectura reposada del texto, es bueno preguntar, por ejemplo: «Señor, ¿qué me dice a mí este texto? ¿Qué quieres cambiar de mi vida con este mensaje? … (Francisco, Evangelii Gaudium, n.153).

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REFLEXIÓN PARA EL SACERDOTE

Señor Jesús: a todos los sacerdotes se nos pueden aplicar por igual esas palabras tuyas que aparecen hoy, en el Evangelio propio de la fiesta de San Benito, a quien acudimos para pedir su intercesión y protección contra las tentaciones y asechanzas del demonio.

Nosotros también hemos dejado todo para seguirte, y confiamos en el premio que nos darás: el ciento por uno y la vida eterna. Te pido, Jesús, tu gracia, para mantener así siempre mi entrega: dejando todas las cosas para seguirte.

Me ayuda mucho la enseñanza de nuestro santo: “ora et labora”, que me anima a obtener de la contemplación de tu señorío la fuerza para llevar y testimoniar el Evangelio en la vida de cada día.

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«Sacerdote mío: yo te pido oración y servicio, porque en la oración está la fuerza para servir. Tú estás a mi servicio, y yo te envío la protección de mis ángeles y mis santos para servirme con santidad y justicia.

Protección para perseverar en el camino.

Protección para mantener la fe y la confianza en medio de las dificultades.

Protección para mantener tu voluntad unida a la mía.

Protección de las acechanzas del demonio, que perturba y conquista, que roba y profana mi tesoro sagrado: el servicio de mis sacerdotes.

Protección ante la distracción y la pereza.

Protección en medio de la calumnia y la persecución, en medio de la tormenta y la tribulación.

Protección para que cumplan mis sacerdotes la misión encomendada, y reciban entonces la recompensa del cielo. Pero al cielo no pueden entrar solos, porque la misión a la que han sido llamados es la salvación de las almas.

Amigo mío: este es el camino. No hay otro camino. Yo soy el camino y estoy unido a la cruz. Tu oración te unirá a mi cruz y te dará la fortaleza para mantenerte en ella.

No hay trabajo que dé fruto sin servicio. No hay servicio sin sacrificio. No hay sacrificio sin dolor. No hay dolor que no purifique el alma. Y no hay alma pura que no bendiga Dios.

Que tu trabajo sea servirme a mí, unido a mi sacrificio, para la salvación de las almas.

Sacerdotes míos, amigos míos: reciban la protección de mis ángeles y mis santos, y manténganse en el camino, unidos a mi cruz.

Así como mi Padre que está en el cielo me ha enviado al mundo, así los envió yo. Han sido elegidos desde siempre y para siempre, pero ustedes han aceptado en plena conciencia y total libertad, y han renunciado al mundo, y yo los he sacado del mundo para ponerlos a mi servicio. Han hecho un compromiso conmigo y yo exijo que sea cumplido.

Servicio para salvar a todas las almas que les han sido encomendadas.

Servirme a mí, sirviendo a las almas, otorgando los sacramentos, practicando las virtudes y las bienaventuranzas.

Servir como yo, con amor extremo hasta la muerte.

Servir con amor y por amor, para que sirvan conmigo.

Servir con alegría, para que den testimonio de que yo estoy con ustedes todos los días de su vida.

Si han perdido el camino, regresen, es tiempo.

Si han dejado el camino, conviértanse, es tiempo.

Si han parado en el camino, continúen, es tiempo.

Porque estoy pronto a venir, y ustedes, que son perseguidos y despreciados por mi causa, vendrán conmigo, porque los últimos serán los primeros.

Este es mi llamado para los que son mis amigos. El que tenga oídos que oiga.

 Yo he venido al mundo no a traer la paz sino la guerra, para que crean en mí. Porque el mundo estaba dominado por el enemigo, pero yo he vencido al mundo y he descendido a los infiernos a anunciar mi victoria.

Los demonios están desatados y furiosos, porque saben que les queda poco tiempo. Intentarán robar mis tesoros más preciosos y destruir lo más sagrado: mis sacerdotes. Pero yo les he dado el escudo para su protección y el poder para la salvación: los sacramentos.

Yo he ganado la vida eterna para todos los hombres, a través de mi Cruz y mi resurrección. Y se enfrentarán uno contra otro en la propia familia, porque yo he venido a levantar de los tronos a los poderosos y de las sillas a los resignados, y a importunar a los acomodados, para exaltar a los humildes, a los que aman a Dios por sobre todas las cosas, y toman su cruz y me siguen.

Los enemigos no se quedarán tranquilos. Permanezcan al pie de mi Cruz junto a mi Madre, y unan su sacrificio al mío, que es el único sacrificio agradable al Padre. Oren conmigo y trabajen para mí. Oren conmigo al Padre y pidan por todos mis amigos, no para que los retire del mundo, porque no son de este mundo, sino para que los proteja del maligno y para que los santifique en la verdad.

Los sacrificios de muchos de mis sacerdotes no satisfacen al Padre porque viven en pecado. Los sacrificios ofrecidos con manos impuras manchan mi cuerpo puro y bendito, cuando a pesar de ellos se realiza la transubstanciación, porque el poder se les ha dado y no les será quitado.

Oren conmigo para que sean humildes y obedientes, para que cumplan mis mandamientos, para que tomen su cruz y me sigan.

Oren conmigo para que resistan a las tentaciones y preserven lo más sagrado, y que unido a mi cruz es agradable al Padre: su castidad y su pureza.

Oren conmigo para que reconozcan que mi gracia les basta, porque mi fuerza se realiza en su flaqueza.

Oren conmigo para que se conviertan y purifiquen sus manos.

Oren conmigo por su perseverancia y constancia.

Oren por su fe y por su esperanza.

Pero sobre todo oren para que tengan mucho amor, y para que se den cuenta que yo soy y no ellos quien ha vencido al mundo».

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Madre mía: yo sé que si estoy bajo tu manto me siento seguro, el demonio no podrá hacerme daño. Pero a veces me falta fe, y veo las dificultades insuperables. Ayúdame a darme cuenta de que rezando y trabajando me sentiré fuerte ante las tentaciones, con la fortaleza de Cristo.

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«Hijos míos, sacerdotes: yo les pido que se mantengan unidos bajo mi manto, con la protección de los ángeles y los santos.

Que mantengan en unidad a los miembros del cuerpo de mi Hijo, que es la Santa Iglesia.

Que en el servicio formen, instruyan y enseñen, para que ustedes también envíen a otros a servir, como mi Hijo los ha enviado a ustedes, y que perseveren en el servicio y en la unidad, ante los peligros y la persecución, ante la impunidad y la violencia, ante el desprecio y la difamación, ante las dificultades y la tribulación.

Porque el que persevere, será salvado.

Hijitos, a algunos de ustedes les falta fe.

Ustedes tienen el mismo poder de Cristo para hacer milagros y arrojar demonios, pero les falta fe.

Ustedes tienen mi protección, y la de los ángeles y los santos, pero les falta fe.

Pidan para ustedes que aumente su fe. Para que ante la tentación y el pecado resistan con el poder que les ha sido dado, y conserven la humildad, para reconocer su pequeñez y descubrir en ustedes la fortaleza de Cristo».

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San Benito: protégeme y cuídame de las tentaciones del enemigo, y de las pasiones que me atacan y me dominan, por las que podría perder y abandonar el camino.

Protégeme, para que me mantenga en la fidelidad y en el servicio, y líbrame del veneno de mis enemigos.

Yo acepto y recibo tu protección, que es muestra del amor de Dios.

Ayúdame a permanecer al pie de la Cruz, que es símbolo de que Cristo ha vencido el mal, porque a la Cruz no puede acercarse el maligno, que es pecado, y la Cruz destruye el pecado.

Líbrame del veneno derramado de la serpiente, con la protección especial de la Cruz, para que pueda orar y trabajar en la construcción del Reino de los Cielos, que es la Santa Iglesia.

Líbrame de las tentaciones del alma y del cuerpo, mientras el maligno bebe su propio veneno.

Ayúdame a resistir a la tentación con fe, disciplina y constancia, con la protección de tu medalla, que uso como símbolo de confianza en la Cruz vencedora de Cristo contra el enemigo, ante cuyo poder yo imploro el poder de Dios, para que obre y viva en mí.

Amén.

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PARA EXAMINAR LA CONCIENCIA – ORAR Y TRABAJAR

«En el mundo tendrán tribulación, pero ¡ánimo!, yo he vencido al mundo» (Jn 16, 33).

Eso dice Jesús.

Y lo dice porque te comprende, sacerdote.

Tu Señor te habla claro, y te revela la verdad.

Tu Señor es la verdad, y quiere darte su paz, para que el día en que estés atribulado, en que estés cansado y agobiado, en que seas perseguidoinjuriadojuzgado injustamente, y te sientas amenazadoprisionerorechazado, y tentado por las asechanzas del demonio, y te falten las fuerzas para seguir, y sientas el deseo de abandonarlo, de dejarlo solo y desistir, sepas que tu Señor no está solo, porque el Padre del Cielo está con Él, y es el Padre quien te atrae a Él.

Nadie va al Padre si no es por el Hijo, porque Él es el camino, la verdad y la vida.

Tu Señor te ha dicho: mi paz te dejo, mi paz de doyY te ha dado a su Madre para que te acompañe, y a la hora de la prueba seas sostenido por tu fe, y perseveres, y permanezcas en Él. Pero la fe se demuestra con obras, y se fortalece con oración.

Ora y labora, sacerdote. Esa es la lección, y es el fundamento que le da fuerza a tu vocación.

Tu Señor te ha llamado como obrero de su mies. Te ha puesto a su servicio para que trabajes para Él, y te ha dado la gracia para resistir ante la tentación del enemigo, y ante toda distracción.

Persevera, sacerdote, en la oracióntrabajando de sol a sol en la viña del Señor, poniendo todo tu empeño y todo tu corazón, para que en tiempos difíciles no te desesperes, porque los frutos de tu trabajo serán tu motivación, y la oración una fuerte atracción del Padre al Hijo, y esa será tu protección, para que regreses, para que permanezcas, para que nunca lo abandones.

Tu Señor te ha llamado tantas veces, y te ha mostrado su misericordia en el rostro de tanta gente, y Él te envía a dar testimonio, porque tú no eres un mudo, sino que tienes voz.

Él ha abierto tu garganta con espada de dos filos para que prediques su palabra, porque tú no puedes dejar de hablar de lo que has visto y de lo que has oído, y no puedes dejar de poner en práctica tu fehaciendo las obras de tu Señor y aún mayores, para que el Padre sea glorificado en el Hijo, porque esa, sacerdote, es tu vocación, es tu esencia, es tu vida, es tu misión, es tu trabajo, es tu pasión.

Persevera, sacerdote, convirtiendo tu trabajo en una constante oración, llevando la paz de tu Señor a todos los rincones del mundo, participando de su obra redentora, llevando a todos los hombres su salvación.

Tu Señor te envía, sacerdote, a proclamar su palabra, a llevar la Buena Nueva a todos los rincones de la tierra, y a expulsar demonios, para que el mundo entero alabe a Dios, proclamando las grandezas del Señor, orando y trabajando, reunidos en un solo pueblo santo, en la alegría de reconocer en cada sacerdote a Cristo, su salvador.

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Fundador de "La Compañía de María, Madre de los Sacerdotes" More posts by P. Gustavo Elizondo

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