Loading...

DESCANSO PARA EL ALMA – DEJARSE AYUDAR

«Vengan a mí, todos los que están fatigados y agobiados por la carga».

Para la oración personal del sacerdote en base al Evangelio del día. Jueves 18 de julio de 2019

ESPADA DE DOS FILOS. P. Gustavo Elizondo Alanís

«Tu Señor te ha enviado no a llevar tu carga, sino tu cruz, y que camines no atado a las cadenas del mundo, sino bajo la suavidad de su yugo»

«La palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que una espada de dos filos» (Heb 4, 12).

+++

EVANGELIO DEL JUEVES DE LA SEMANA XV DEL TIEMPO ORDINARIO

Soy manso y humilde de corazón.

+ Del santo Evangelio según san Mateo: 11, 28-30

En aquel tiempo, Jesús dijo: “Vengan a mí, todos los que están fatigados y agobiados por la carga, y yo les daré alivio. Tomen mi yugo sobre ustedes y aprendan de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontrarán descanso, porque mi yugo es suave y mi carga, ligera”.

Palabra del Señor.

+++

“En la presencia de Dios, en una lectura reposada del texto, es bueno preguntar, por ejemplo: «Señor, ¿qué me dice a mí este texto? ¿Qué quieres cambiar de mi vida con este mensaje? … (Francisco, Evangelii Gaudium, n.153).

+++

REFLEXIÓN PARA EL SACERDOTE

Señor Jesús: sólo tú puedes decir con toda seguridad esas palabras: “aprendan de mí”, porque eres perfecto Dios y perfecto hombre. Es verdad que en tu Iglesia también ha habido hombres y mujeres santos, de los cuales también aprendemos, pero nosotros tenemos limitaciones y defectos, y debemos ser humildes.

Todos podemos aprender de ti meditando el Evangelio. En primer lugar, a través de tus palabras, que son palabras de vida eterna. Y, en segundo lugar, a través de tu vida, de tu ejemplo, de lo que nos cuentan los diversos pasajes de la Escritura.

Hoy nos pides tú mismo que tomemos tu yugo y aprendamos de ti. Y la lección es de mansedumbre y humildad. Me queda claro: tomar el yugo es someterse, es obedecer, es olvidarse de uno mismo para servir. Tú te hiciste obediente hasta la muerte, y muerte de cruz. Y yo quiero aprender de ti a llevar el yugo suave de la obediencia total al Padre.

Jesús, también quiero descansar en ti. ¿Cómo debe ser ese descanso?

+++

«Sacerdote mío: yo soy el Buen Pastor y a mis ovejas nada les falta. En verdes praderas las hago reposar. Las conduzco hacia fuentes tranquilas y reparo sus fuerzas.

Las guío por el sendero recto, por el honor de mi nombre. Aunque caminen por valles obscuros nada temen, porque están conmigo. Mi vara y mi cayado les dan seguridad.

Preparo una mesa ante ellas en medio de sus enemigos. Yo unjo sus cabezas con perfume y sus copas rebosan. Mi bondad y mi amor las acompañan todos los días de su vida, y habitarán en casa del Señor eternamente.

Yo soy el Buen Pastor y conozco a mis ovejas, y ellas me conocen a mí. Así como me conoce el Padre y yo conozco a mi Padre.

Yo doy mi vida por mis ovejas. Yo reúno a mis ovejas en un solo rebaño y con un solo Pastor.

Yo soy el Buen Pastor y doy mi vida por mis ovejas. Nadie me la quita, yo la doy voluntariamente para recuperarla de nuevo.

Amigos míos: vengan a mí todos los que estén cansados y agobiados por la carga y yo los haré descansar. Ustedes descansan recibiéndome. Yo descanso entregando mi amor. Mi Madre descansa entregándome a mis amigos.

Mi corazón herido descansa en ti cuando te lo doy, porque yo te lo doy y tú lo recibes para amarlo, para cuidarlo, para acariciarlo, para aliviar mis heridas, para repararlo.

Yo te entrego mi amor, tú lo recibes y me amas, y ese es mi descanso.

Yo descanso cuando entrego mi cuerpo y mi sangre, mi alma y mi divinidad, en la Eucaristía. Ven y descansa tú conmigo, porque mi yugo es suave y mi carga ligera.

Los mandamientos de la ley de Dios son como suave yugo que conduce por el buen camino, que los mantiene unidos a mí.

El yugo de mi palabra es suave, porque la obediencia que yo les pido es en libertad. Cumplir los mandamientos y mantener mi palabra los hace verdaderamente mis discípulos, y conocer la verdad. Y la verdad los hará libres.

La libertad es descanso para el alma.

Descanso son los sacramentos.

Descanso es el confesionario y el altar.

Descanso es la oración.

Descanso es cumplir la voluntad del Padre.

Descanso es vivir la santidad.

Descanso es la unión en la Eucaristía, verdadera comunión.

Por la bondad de mi Padre yo les digo que, a quien medite mi palabra, le dará la inteligencia para comprenderla y encontrar la verdad, para que crean en mí y se conviertan, para que aligeren la carga del pecado, arrepintiéndose y pidiendo perdón, aprendiendo de mí que soy manso y humilde de corazón, siendo buenos los unos con los otros, cumpliendo mis mandamientos, llevando a mí a las almas necesitadas, para que les dé mi paz, para que crean en mí, para que les conceda en este mundo la gloria de mi cielo, y en el otro, la vida eterna de mi resurrección».

+++

Madre mía: tú eres una madre buena, y abres tus brazos para recibirme cuando estoy cansado y agobiado por la carga. Enséñame a mí a ser un buen descanso para mis hermanos.

+++

«Hijo mío, sacerdote: te daré este tesoro: mi bondad.

Bondad para hacer el bien, también a los que hacen mal.

Bondad para transformar el mal en bien.

Bondad para comprender a los demás.

Bondad para ayudar a los necesitados.

Bondad para entregarte por completo a los demás.

Bondad para olvidarte de ti mismo y pensar en los demás.

Bondad para recibir la carga de los demás y hacer su carga ligera.

Bondad para construir las obras de Dios con amabilidad, generosidad y firmeza.

Bondad para comprender que sólo Dios es bueno.

Puedes vivir desde ahora inmerso en la eternidad de Dios y de su bondad, viviendo en santidad, perfeccionando tus virtudes, cumpliendo lo que mi Hijo te manda para hacer su voluntad.

Pero hay que esforzarse, hay que luchar. La batalla es todos los días, no hay tregua ni descanso, pero el yugo de mi Hijo es ligero y suave. Entrégale tus trabajos, tus desvelos, tus molestias, tu debilidad, tu flaqueza, tu miseria, tu sueño, tu cansancio, y toda tu voluntad. Deja que Él se ocupe de ti y de tus cosas, mientras tú te ocupas de Él y de sus cosas.

Hijo mío, una gran misión te ha encomendado tu Señor, y serás fuerte en la medida que seas débil, y lo reconozcas, porque en Cristo está tu fortaleza. Pero no por eso dejes de luchar. Debes luchar todos los días, sabiendo que cuentas con la ayuda de Jesús, y que, cuando eres débil, eres fuerte.

Que no pase un día sin haber luchado, sin haberte esforzado por cumplir su voluntad. Porque, hijo, el tiempo de los hombres es limitado. Orden, prioridad. Primero lo necesario, después lo importante. Lucha, lucha para conocer cuál es tu debilidad, y pídele a Jesús que te ayude, porque ese es tu mayor obstáculo para alcanzar la santidad.

Una gran carga hay sobre tus hombros, y una gran responsabilidad. Pero recuerda que es una carga ligera, porque no es tuya, es de aquel que la lleva: mi Hijo Jesucristo. Y tú, tan solo eres como el Cirineo.

Entonces alégrate, porque ese cansancio de tu cuerpo alivia las heridas del Sagrado Corazón de Jesús, y repara el mío. Que esa sea tu motivación, tu seguridad, tu disposición a tu entrega.

Yo te abrazo, y te hago descansar con el yugo de Cristo, con la ternura de mis brazos y el amor de mi corazón de Madre».

+++

PARA EXAMINAR LA CONCIENCIA – DEJARSE AYUDAR

«Aprendan de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontrarán descanso».

Eso dice Jesús.

Él es tu Maestro, sacerdote, y quiere enseñarte a aligerar tu carga, porque te comprende.

Tu Señor te ha enviado no a llevar tu carga, sino tu cruz, y que camines no atado a las cadenas del mundo, sino bajo la suavidad de su yugo; no bajo la opresión de los hombres, sino en la libertad de tu voluntad, unida a la voluntad del Padre, para que lo sigas, para que lo alcances, y te haga descansar de tus fatigas, porque su yugo es suave y su carga ligera.

Por tanto, sacerdote, necesitas humildad, para dejarte guiar, para dejarte ayudar. Y la mansedumbre del cordero, que se deja conducir con docilidad por su Pastor hacia fuentes tranquilas, para reparar sus fuerzas.

Tu Señor es tu Pastor, sacerdote. Confía en Él, porque Él da la vida por sus ovejas. Aprende de Él, porque Él conoce a sus ovejas y sus ovejas lo conocen a Él. Él las llama por su nombre y ellas lo siguen. Él les da la vida eterna, y no perecerán jamás. Nadie las arrebatará de su mano.

Escúchalo y síguelo, sacerdote: tú eres parte de su rebaño.

Tu Señor te ha enviado como cordero en medio de lobos, para que seas pastor. Aprende de tu Maestro, y libra a tu rebaño de la opresión. Invita a tus ovejas a tomar el yugo de tu Señor, y no les des cargas pesadas, sino ligeras. Sé compasivo y misericordioso, y enséñalas a seguirte, para que aprendan de ti, y se dejen conducir por su propia voluntad a la verdadera libertad, que es el conocimiento de la verdad, que las libera de las cadenas del mundo y les concede la paz.

Y tú, sacerdote, ¿estás cansado? ¿Tu carga es pesada? ¿Estás atado al mundo por las cadenas del orgullo que te frustran y te debilitan? ¿Pretendes seguir caminando con tus propias fuerzas? ¿Asumes la responsabilidad de tu rebaño, y cargas sobre tus espaldas todos sus problemas? ¿Pretendes ganar el mundo tú solo, y no te das cuenta de que puedes perderte a ti mismo? ¿Estás cansado de tu trabajo, porque estás envuelto en el vicio del activismo? ¿Cierras tus ojos para no ver, y tus oídos para no escuchar, creyendo que lo sabes todo, que no necesitas nada, y no te dejas ayudar, pero en realidad no crees en tu poder, porque ni un demonio puedes expulsar?

¿Hasta cuándo te va a soportar tu Señor? ¿Hasta cuándo?

De ti, sacerdote, se requiere humildad, porque el que no reconoce que está cansado, ¿cómo podrá descansar?

El que no quiere ver que su carga es pesada, ¿cómo podrá aligerarla?

El que cierra los ojos a lo invisible, y pretende que lo visible sea su única realidad, ¿cómo podrá alcanzar la libertad?

Y el que se resiste a ser conducido por el camino de la verdad, ¿a dónde va?, ¿a dónde quiere llegar?, ¿conoce la meta?, ¿la podrá alcanzar?

Acude, sacerdote a la oración y al encuentro de tu Señor en medio de tus trabajos y de las fatigas de todos los días, y entrégale tu corazón cansado, contrito y humillado, para que sea renovado en el amor, y configurado en la humildad y en la mansedumbre de su Corazón Sagrado, que ha sido ya tan lastimado por las cargas de tus errores y tus pecados, y que merece de ti ser amado para ser reparado por el amor del amigo que nunca lo abandona, su más pequeño, su más amado.

____________________

Para recibir estas meditaciones directamente en su correo, pedir suscripción a

espada.de.dos.filos12@gmail.com

facebook.com/espada.de.dos.filos12

About the Author: P. Gustavo Elizondo

Fundador de "La Compañía de María, Madre de los Sacerdotes" More posts by P. Gustavo Elizondo

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *